Y se nos fue Juan “el del Alcaide”, por Juanma Micheo

Y se nos fue Juan “el del Alcaide”

 

El pasado lunes 7 de septiembre, nos dejó para siempre Juan Rodríguez Sánchez, Juan “el del Alcaide”. Juan ha sido un infatigable amante del campo, de los que casi no quedan, y con él se van muchos de esos conocimientos tradicionales que cada vez hacen más falta para volver a implantar esa forma de manejar los recursos naturales que es el tan nombrado desarrollo sostenible.

 

 

Juan tenía una preciosa finca en Casabermeja (Málaga), en el entorno del Parque Natural Montes de Málaga, un precioso bosque mediterráneo de encinas y algarrobos con algunas tierras de labor en la Comarca de Cámara, la que producía los alimentos para la capital. Allí se encontraban los Cortijos de Cabrera y el Alcaide, donde también criaba y alojaba a sus cabras. En dicha finca se encontraron las famosas pinturas rupestres de las Peñas de Cabrera, unos de los yacimientos arqueológicos más importantes de la provincia y que nos recuerda el manejo de los animales por el hombre ya desde tiempos remotos. 

 

Cuando yo empecé como Secretario Ejecutivo de la Asociación Española de Criadores de la Cabra Malagueña (CABRAMA), en el año 2001, Juan era su presidente. Formó parte de ese grupo de ganaderos que fundaron la asociación en 1983. El 29 de septiembre de 1988 comenzó su andadura como presidente, la cual terminó el 21 de junio de 2002. Ya entonces se había jubilado y no se presentó a la reelección, aunque siempre estuvo a disposición de la asociación y del sector en general y de mí en particular. Juan era de esas personas que “sabe de todo” en el campo, sabía de todo tipo de ganado, de agricultura y de tierras de labranza, de olivos, de montes y encinas, pero su predilección eran las yeguas y sus cabras a las que dedicó mucha parte de su vida. A pesar de que él no vivió la revolución tecnológica del caprino (la mecanización del ordeño especialmente) era un magnifico criador. Juan conocía sus cabras a la perfección, sabía cuál era mejor productora y cual peor, sabía cuál era la madre de cual, el padre de tal y en muchas ocasiones sus ascendientes más lejanos, como abuelos y bisabuelas. Sabía como pocos, seleccionar el rebaño con los pocos medios que antes teníamos para ello, tan solo con los registros de su memoria y ese olfato afinado para la mejora genética del que disponía.  Además de esas habilidades y de ser una gran persona, Juan nunca se aprovechó de su cargo para su bien particular, supo gestionar bien los conflictos y estar ahí para dar más que recibir, cualidad que tanto falta hoy en nuestra sociedad.

 

Una de mis mejores experiencias al llegar a CABRAMA, era salir al campo con Juan. Recién acabada su presidencia, fue nombrado Presidente de Honor de la Asociación, por el tiempo y la dedicación que tuvo para ella. Cada vez que un nuevo socio solicitaba entrar, yo quedaba con Juan y nos íbamos al campo a ver al nuevo ganadero candidato a socio y especialmente a ver a sus animales. Yo me fijaba en las naves, las instalaciones, la sala de ordeño, las aptitudes del candidato, pero Juan solo tenía ojos para esas cabras. Para cada una tenía un comentario, su pelo, su perilla, sus ubres, sus patas, sus orejas, sus mamellas…. Escuchar a Juan hablar de cabras era infinitamente mejor que leer cualquier libro de etnología caprina.

 

Cuando yo hablaba con los ganaderos para inculcarles las bases de la selección y la mejora genética, siempre tenía unas palabras para Juan. “Hay muchos ganaderos, pero hay muy pocos criadores de ganado” y Juan era un “gran criador” donde los haya.

 

Supongo que como todos los humanos, habrás convivido con tus mejores virtudes y tus peores defectos, pero para mí desde luego, has sido uno de mis mejores maestros. Cada vez que se va alguien como Juan, el mundo pierde una pequeña posibilidad de recuperación del saber tradicional, que es la base del desarrollo sostenible que nos demanda el futuro. Espero que Juan sepa ayudarnos desde allá donde este. Descansa Juan, que bien te lo mereces.

 

 

Juanma Micheo, veterinario y alumno de Juan “el del Alcaide”.