Esta raza tiene una notable aptitud lechera. La media de producción en los últimos 15 años calculada sobre más de 80.000 lactaciones controladas es de una producción por lactación de 550 Kg. de leche, con un 5% de grasa, un 3,5% de proteína y un 14% de extracto seco en unos 240 días de lactación.
Entre ellas se encuentran explotaciones con medias de hasta 320 días de lactación, 800 Kg. de leche producida, 5´8% de grasa, 4´1% de proteína y más de 3 litros de media por día durante toda la lactación, así como muchos animales con producciones superiores a los 1.000 litros. Todo ello demuestra el potencial productivo de la raza.
Si analizamos sus características reproductivas, vemos que presenta una de las tasas de fertilidad más altas de todas las razas, ya que permanece en periodo fértil prácticamente todo el año. La prolificidad es de 1,95- 2,1 chivos por parto y estos alcanzan los 8-9 Kg. de peso en tan sólo 30 días.
Estos valores nos muestran que estamos ante una raza de gran calidad tanto productiva como reproductiva, sin olvidar la elevada rusticidad que le caracteriza, permitiéndole adaptarse a terrenos áridos y convirtiéndola en una raza que aprovecha los recursos naturales en las zonas más desfavorecidas con un alto rendimiento.
A la hora de alimentarse, la cabra malagueña, es un animal muy selectivo que va buscando los brotes más tiernos, por lo que no provoca daños en el suelo a diferencia de otras especies. Esta selección en su alimentación le confiere propiedades especiales a la leche ya que le gustan las plantas flores y las aromáticas como el romero, el tomillo, etc.
La cabra malagueña es capaz de adaptarse a situaciones medioambientales extremas aprovechando con eficiencia los subproductos que ofrece la tierra, sin disminuir por ello sus producciones y manteniendo el equilibrio con el entorno. Por ello, cuando hay escasez de pastos es capaz de alimentarse a base de subproductos agrícolas como el ramón de olivo, restos de de cultivos, o residuos de la industria agroalimentaria como los salvados, la pulpa de cítricos, el capote de almendra o la pulpa de remolacha.
Con el objetivo de aprovechar los pastos de primavera para cubrir las necesidades de lactación de las hembras y conseguir lactaciones lo más largas posibles, normalmente los partos se concentran a final del otoño. Como consecuencia de ello, la primavera es la época de mayor oferta de leche por parte del ganadero y, por el contrario, en los meses de final de verano, otoño y principio de invierno, hay escasez de la misma. Esta estacionalidad ha hecho que durante siglos la principal época de elaboración de quesos haya sido la primavera y la de cabritos lechales, la navidad. Hoy CABRAMA trabaja con sus ganaderos por desestacionalizar la producción y disponer de productos todo el año.